miércoles, 9 de noviembre de 2011

From the sky down


Curiosa esta única proyección en Barcelona en los cines Yelmo Icaria. No sé bien si llamarla promocional, al fin y al cabo la mayoría que estábamos allí seguramente ya habíamos comprado alguna de las ediciones. A su vez, la mayor publicidad que se encontraba era el título de U-2 (que no U2) en el rótulo de luces de la propia sala, una estancia que estaba medio vacía y que disponía de una modesta pantalla. Vamos a añadirle magia al asunto: por y para fans.

Especial el hecho de poder ver así este documental, que aparte de esta contada ocasión se tendrá que visualizar en casa, posiblemente a más calidad si es en bluray. Hablando de exclusividad, está claro que no se trató de ninguno de los preestrenos comerciales de U23D precisamente, fueron casi un par de horas para disfrutar únicamente de lo que la banda significa.

From the sky down empieza de forma sencilla pero eficaz: la banda a punto de empezar el único concierto de Europa de 2011, Glastonbury. Salta al instante la reflexión de cómo han llegado hasta allí, hasta esas alturas, preguntándose el cómo no se perdió nada por el camino y como el grupo progresó. Cómo fue posible que el paso del tiempo no les cortara las alas a pesar de su talento y como siguieron adelante a pesar de la adversidad.

Si bien es cierto que se centra principalmente en lo que representó el concepto de Achtung baby y su gira, que hizo posible todo lo que vino a posterior (habría sido un punto de no retorno en caso contrario), hace a su vez un recorrido más amplio desde sus verdaderos inicios. En esta perspectiva adulta y de cambio en base a la reflexión, no se olvida lo que supuso la magia adolescente y que, al fin y al cabo fue el principio de todo lo demás. Los gritos, la rebeldía y la conexión con el público de los 80 dieron lugar a la reflexión, madurez y autocrítica de los 90.

La película posee magia por naturaleza, ya que combina constantemente momentos realmente cómicos y situaciones quizás un poco más melodramáticas que lo de costumbre. En ellas, se realzan ciertas facetas que seguramente no habrían tenido cabida en la edición especial de The Joshua tree precisamente, y que incluso en otro contexto podrían haber parecido tener menos importancia y calado.

Berlín aparece como elemento predominante, no solo porque los estudios de grabación Hansa estuvieran allí, sino por lo que representó dicho territorio a principio de los 90. La caída del muro podría encajar perfectamente como representación del paso de Lovetown a ZooTV. Según transcurre la historia deja la sensación que las estrellas de los irlandeses se alinearon para iluminarles el camino, aunque fuera para caer después sobre su propio tejado y destruir su esencia. No es ningún secreto pero cuando se quiere dar sentido a lo que sucederá, solo cuando las circunstancias son idóneas, todo se produce por sí solo, a veces incluso es necesario.

La comparación en el marco musical también es considerable, ya no solo por la estética e influencias que estaban adoptando los nuevos U2, sino por la fácil similitud en cuanto al punto que habían llegado: el todo por el todo. Para según quien, el planteamiento lleva implícita la respuesta, pero quizás la base esencial fue la cohesión de cuatro amigos de verdad. El resto solo fueron ingredientes dispuestos correctamente a su debido momento.

Como en todo documental de música hay una pequeña parte técnica, que no creo que se tenga que extender más dado que no resaltará tanto como la sorpresa en sí misma al crear algo como Achtung baby: arte. Si la base es óptima y la actitud inesperada, el éxito viene dado por las circunstancias: una banda que se acercaba a su disolución, un tocar techo en cuanto a evolución se refiere, un cambio de década, época, sonido y una conexión nueva con el mundo necesaria. Ese era el momento una vez más, el momento de U2 y su nuevo sonido.

Y así, destruyendo toda su etapa anterior por completo a ese nivel, y dando un nuevo enfoque a todo lo hecho anteriormente como si lo hicieran de nuevo, consiguieron que muchos les odiaran. Pero también lograron que muchos les amaran. Se convirtieron en el prototipo perfecto de grupo de rock, con todas sus etiquetas y clichés, y usaron deliberadamente esa fórmula y todo aquello cuanto era criticable de ellos para, precisamente, formar esa estética. Ya no había lugar a dudas, la postura estaba clara, y ese era el cuerpo y base que daría a conocer todo lo demás: la superficialidad que daría paso al sentimiento más trascendental.

El desenlace se corresponde directamente con el inicio, Even better than the real thing en Glastonbury, con una considerable subida de volumen mientras aparecen los créditos para disfrute del poco público asistente.

Take me higher!