jueves, 27 de febrero de 2014

Castlevania: lords of shadow 2


Ante todo justicia como pretexto: el listón estaba inalcanzable con la obra maestra Castlevania: lords of shadow. Mirror of fate supuso la perfecta unión a nivel argumental entre estas dos entregas numéricas, estableciendo así la trilogía; poseía acertadas reminiscencias a los primeros videojuegos, y un completo elenco de personajes cuyo nexo común era el linaje Belmont y el castillo de Drácula como escenario. Al conformar el desenlace con esta entrega, las expectativas con el equipo español Mercury steam han sido desmesuradas, y el romper con todos los esquemas como juego de Castlevania ha despertado especialmente la atención.


Una vez superada la primera parte, con un gran sabor de boca a pesar de echar en falta el enemigo final por excelencia de la saga, se descubría con su perfecto prólogo que precisamente se le había estado controlando durante toda la aventura: Drácula y su origen conformaron la trama. Zobek, que es en realidad la muerte, ahora acude a él en la era actual para unir fuerzas contra los acólitos de Satán y su inminente regreso. Es innegable que Lords of shadow 2 resulta innovador, no solo por poder controlar al caballero dragón una vez concebido y descubierto como el gran error de la hermandad de la luz, sino por ubicar a Dracul en la era tecnológica.


Se echa en falta, y más teniendo en cuenta el injusto contenido descargable dispuesto anteriormente, haber profundizado en la transformación del vampiro con los poderes del diablo, y sobretodo degustarlo en su plenitud. Es cierto que el escenario inicial es el asedio de la hermandad de la luz al mismo castillo, donde incluso aparece Alucard, pero es un suceso aislado. La morada del vampiro vuelve a concebirse como fondo, pero de forma ficticia a modo de lienzo de su propia memoria; es un recurso que ha sido bien implementado y aprovechado, pero por sus circunstancias amenazadoras, no se permite disfrutar de él como amo y señor de dichos dominios y de todo cuanto acontece en ellos.


El elenco de personajes, ya sea por acto de aparición o mención, es muy acertado aunque se eche en falta a Simon para el perfecto cierre del círculo de linaje de los Belmont. Hay tres grandes escenarios: el castillo de Drácula, donde transcurre el asedio, la ciudad Castlevania, erguida en la época actual en el mismo emplazamiento, y las memorias de Gabriel, que suponen una ficticia vuelta al castillo donde se dan lugar sus recuerdos y confrontaciones con fantasmas interiores, que conforman la constante lucha que mantiene contra la sangre maldita que lo posee. La distribución de los personajes depende directamente de ellos.


En el asedio al castillo, Drácula, en plenos poderes y facultades y temido incluso por el mismísimo Satán y la muerte, combate a la hermandad de la luz, a la cual perteneció. En él, derrota a un titán y un paladín de la orden, y se da lugar el encuentro con Alucard. Aquí reside la gran trama y giro argumental del juego, y es que este le propone crearle una muerte y pérdida de memoria temporal con la espada Crissaegrim, que encontraba en el mismo castillo en Symphony of the night. Todo ello para así poder renacer siglos después, aunque debilitado y sin recordar lo sucedido, y precisamente en dicha condición, hacer que Zobek emerja de su escondite e intente unirse a él para evitar que el demonio regrese. A pesar que el objetivo real sea dejar que el mal se personifique para luego poder vencerlo de nuevo pero de forma definitiva, quizás tanta premeditación por parte de Alucard resulta arriesgada, pero se concibe como la forma perfecta para que padre e hijo puedan acabar con sus eternos rivales de una vez por todas.


En Castlevania, Zobek promete a Gabriel ayudarle a liberarle de su inmortalidad con la reconstruida arma Vampire killer, su propia antigua cruz de combate. Solo puede conseguir el descanso eterno si antes colaboran por última vez. La misión que le proporciona el longevo hombre de negocios, que controla financieramente la ciudad, consiste en localizar y destruir a los acólitos de Satán y así evitar su regreso. Para ello, también cuenta con la ayuda de su lugarteniente, cuya identidad del enigmático guardaespaldas de la muerte no es otra que la de Alucard. Por otro lado, Victor Belmont es el último descendiente de su linaje, y protector de lo que queda de la hermandad de la luz, cuya muerte para localizar al último de los acólitos resulta un sacrificio totalmente innecesario. A su vez, la familia del demonio está presente preparando su vuelta a la tierra: Raisa Volkova controla una empresa farmacéutica para tener sometida a la población y, llegada su destrucción, liberar un virus que los transforma a todos en demonios. El antídoto que consigue Gabriel para prevenir y solucionar tal epidemia es solo una de las submisiones de la aventura.


Para que Drácula pueda recuperar todas sus habilidades y recuerdos, viaja constantemente a través de sus memorias, cuya forma son su antiguo castillo. En él, Marie vuelve a aparecer como elemento esperanzador y de ayuda para que no olvide su antiguo y verdadero ser. Su esposa vuelve a sus pensamientos junto a su hijo Trevor, antes que muriera a manos de su padre y despertara como Alucard, el no muerto. La bella Carmilla regresa como parte oscura de su conciencia, donde su único deseo es que vuelva el señor del castillo para quedarse con ella, junto al resto de habitantes del mismo. Han vuelto también personajes míticos de la saga, como Medusa, y otros más recientes, como el maestro juguetero de Mirror of fate; es un personaje que se vio traicionado por la familia Bernhard, propietaria y habitante inicial del castillo, hasta que hicieron un pacto con el demonio que condicionó tanto su forma cambiante como sus propias leyes no aplicables a la física de la tierra. Agreus, antiguo dios y hermano de Pan, cuya única obsesión es aniquilar al vampiro en señal de venganza, supone una pequeña parte de los remordimientos de Drácula.


Referencias al resto de entregas no faltan: desde la tienda del chupacabras, a un ave que se convierte en un pollo asado con un fogonazo, en referencia al antiguo ítem reponedor de vida. No obstante, los puzles y las plataformas son dos aspectos que han decaído, al ser relativamente escasos y poco convincentes o justificados. Igualmente son elementos compensados con creces con el impresionante despliegue técnico; puede decirse y no solo por este aspecto, que se trata del último gran juego exclusivo de la actual generación. Todo ello sumado a lo que más llama la atención del título, que sin lugar a dudas es la sensación de sandbox y de la era actual como parte del escenario de Castlevania.


El punto más débil del videojuego y que resulta menos efectivo son las fases de sigilo; de hecho, todo y significar otro elemento innovador, la intrusión aleja la sensación de estar controlando a Drácula. El mapeado a su vez, puede resultar confuso y poco intuitivo, pero la conexión del castillo con la ciudad Castlevania, construida y alzada sobre sus ruinas, es perfecta. Se cambia de escenario a raíz de seguir una visión de Trevor, pero posteriormente es imprescindible el uso del medallón del lobo, con el cual este hace acto de aparición y tras un aullido, es necesario interactuar con él andando tras sus pasos.


No es ningún secreto que esta saga bebe conocimiento de la obra maestra de Bram Stoker; precisamente las habilidades que el príncipe de las tinieblas adquiere, conforme va recordando durante el débil despertar de su letargo, son prueba de ello. Las técnicas del vampiro abarcan desde convertirse en niebla a transformarse en un grupo de roedores, incluso pudiéndose mostrar como el gran dragón rojo. Son elementos que junto al uso de la espada de vacío y las garras de caos, recuerdan de qué personaje se trata. Él supone el gran error de Dios, y esa es precisamente su venganza; derrotó a los señores de la oscuridad como miembro de la hermandad de la luz, y se vio traicionado por su propia orden al no poder salvar a su amada. Para salvar a la humanidad, se convirtió en vampiro gracias a Laura para poder entrar en la dimensión del olvidado, padre del demonio, y evitar así el apocalipsis arrebatándole sus poderes justo cuando los estaba usando para abrir el portal. La personalidad de Drácula está perfectamente construida, y la nueva lectura del personaje resulta fresca para Castlevania.


Lamentablemente, el desenlace de Castlevania: Lords of shadow 2 es demasiado abierto, y no desprende certeza acerca del futuro de Drácula y Alucard. El hecho de que Gabriel contemple asombrado el recompuesto espejo del destino de Trevor, lo rompa e ignore, no despeja dudas acerca de la historia ni concluye la aventura, entendiendo que se trata del final. A pesar de la muerte definitiva de Zobek y Satán, no parece el desenlace definitivo. No se trata de misterio, sino de incertidumbre; una carencia de la cual se espera que no sea premeditada en base a un futuro contenido descargable, lo que supondría una lacra al confirmar inexorablemente el producto como inacabado e incompleto, y como consecuencia su experiencia.


La progresión de la historia es lineal, por lo que al no estar separada por episodios y capítulos como en la primera entrega, no invita tanto a la rejugabilidad. Es cierto que una vez finalizado el juego, se puede recorrer la ciudad y el castillo en busca de los pergaminos, gemas y pilas de sacrificio, pero en cuanto a revivir ciertos momentos de la aventura se refiere, habrá que empezar de nuevo desde el principio. Se trata sin duda de una novedad, que junto a los desafíos hará las delicias de quien busque un reto, pero es preferible el formato de Lords of shadow.


La banda sonora de Oscar Araujo es notable, a pesar de no alcanzar la épica de su antecesora e incluso de Mirror of fate, salvo en momentos puntuales donde sí se convierte en absoluta protagonista de la historia. Se ha echado en falta en ese aspecto que sonara alguno de los temas míticos de la saga, aunque fuera a modo de guiño como sucedió anteriormente con la canción Vampire killer, con Gabriel en la caja de música. Aún así, la calidad en el aspecto sonoro persiste, y se vuelve a denotar como un elemento icónico de referencia en esta última entrega.


¿Qué es un hombre sino un miserable montón de secretos?

lunes, 24 de febrero de 2014

Fallece Harold Ramis


A día de hoy ha fallecido a la edad de 69 años Harold Ramis, director de películas como El club de los chalados, Atrapado en el tiempo y las dos entregas de Una terapia peligrosa. Su labor como guionista se ve reflejada también en Desmadre a la americana y como actor participó en otras tales como El pelotón chiflado y Mejor… imposible, pero siempre será recordado sobre todo por su papel de Egon Spengler en las dos películas de Los cazafantasmas


Lamentablemente su aparición en la tercera entrega ya no será posible, ni siquiera a modo de cameo; no será lo mismo sin él.


Descanse en paz.

viernes, 14 de febrero de 2014

Nacho Cerdà


Hoy es el día de los enamorados, y la doble sesión de cine Phenomena ha sido consecuente: Drácula de Bram Stoker y Moulin rouge. Antes del inicio de la proyección, he tenido el placer de hablar con Nacho Cerdà, organizador y encargado de este ciclo; ejerce directamente toda la responsabilidad sobre él, y gracias al mismo ha sido posible la vuelta a la gran pantalla de grandes películas. Empezó como director, escritor, productor e incluso actor de los cortometrajes que componen la trilogía de la muerte: The Awakening, Aftermath y Génesis. No solo dirigió películas, sino que también realizó el making of de El maquinista con Christian Bale y trabajó como segunda unidad de dirección en Luces rojas con Robert De Niro, Sigourney Weaver y Cillian Murphy. Precisamente, y en relación a la primera película proyectada, el propio Nacho me explicaba cuando años atrás se encontró con el mismísimo director, Francis Ford Coppola, en Barcelona.


Entre libremente por su propia voluntad y deje parte de la felicidad que trae.

Robocop (2014)


Mejor será irse acostumbrando a ver el año de la película al lado del título porque el cine se está quedando sin ideas. Si bien es cierto que la película generaba pocas expectativas, la sensación de desagrado o mejor dicho de indiferencia hacen pensar qué habría sucedido si se hubiera albergado cierta esperanza. No se trata del respeto a las originales, sino del poco convencimiento que desprende el producto final; de hecho es difícil abrirse de mente y dejar de lado el pasado cuando las referencias, aunque desacertadas, son continuas.


La trilogía de Robocop es atemporal, su composición no envejece con el paso del tiempo salvo algún detalle anecdótico, y el hecho de haberla presentado inteligentemente en un futuro cercano sin concretar contribuye a ello. Esta nueva entrega pretende justificar y explicar innecesariamente con efectos especiales, lo que ya se presentó elocuentemente en su día, lamentablemente sacrifica la magia en el proceso. Incluso giros de la trama que al principio podían aparentemente llamar la atención, tal y como que la esposa e hijo de Murphy sigan sabiendo de su existencia desde su concepción como el policía cyborg, han conformado una parte del argumento conducida al fracaso estrepitosamente.


Joel Kinnaman como Alex Murphy resulta un despropósito, no solo no transmite empatía alguna sino que ejerce un rol totalmente lineal, y no por desprender una lágrima como novedad respecto a la original se torna más dramática y trágica la trama. Afortunadamente, Gary Oldman y Michael Keaton consiguen subir las tablas interpretativas, respectivamente como doctor Dennett Norton y Raymond Sellars, presidente de Omnicorp. Abbie Cornish cumple en su papel de Clara Murphy, incluso resaltando más que él, algo por otra parte no muy difícil de lograr.


La aparición de Samuel L. Jackson como Pat Novak es anecdótica, dado que aparece escasamente durante la película y solo en el marco de un programa sensacionalista convenientemente manipulado. Interactúa puntualmente con alguno de los protagonistas directa o indirectamente, convirtiendo su aparición en una parodia excéntrica y lamentablemente tomando el eje del inicio y final de la película, ridiculizando incluso los créditos iniciales. Jackie Earle Haley como Rick Mattox, asesor militar a sueldo de la OCP, no obstante, encaja a la perfección en la historia y resulta fresco como nuevo personaje.


El argumento comparte similitudes con el original, a pesar que lo relativamente poco innovador que intenta introducir no convenza y resulte insuficiente o erróneo. Los nuevos enfoques de hecho quiebran y dañan por completo el juego que podría haber dado la película; un ejemplo de ello son las instalaciones de Robocop, cuya localización es la sede de OCP y no la comisaría, que es donde deberían residir al tratarse de un policía. En concreto y precisamente por detalles así, da la sensación que han querido reafirmar y exponer al personaje como un superhéroe al uso para el público general. No sería sino inentendible la motocicleta como único método de transporte, que está aparcada en una plataforma convenientemente ubicada, y la cual conduce a través de pasillos al exterior como si el emerger de la batcueva se tratase. Por supuesto el protagonismo de dicha individualidad suprime por completo la patrulla con su compañero masculino Jack Lewis, el cual supone la nefasta sustitución de Anne Lewis. A propósito de ello, también se ha cambiado el sexo pero no la raza del comisario Warren Reed del departamento de policía de Detroit, al cual no han conservado el apellido aunque desempeñe claramente el mismo rol.


El diseño del exoesqueleto es negro, dejando de lado al plateado más que conocido de las películas y series, como prototipo inicial de pruebas y traje final para el desenlace de la película. Se trata de robótica ágil y ligera, que deja de transmitir la sensación pesada y robusta que intimidaba a nivel audiovisual, y que precisamente transmitía ese característico realismo para hazaña de Peter Weller. Volviendo al hecho de que hayan querido confirmarlo como superhéroe y alejarlo de todo rastro de personaje oscuro y violento, está la clasificación de la edad para la película, y es que la puesta en escena de Robocop no es que no sea agresiva, es que es ridícula. No creo que sea necesaria la intervención de robótica futurista en las calles para que el instrumento de amenaza sea un teaser eléctrico; siendo alegado además por el mismo agente, que de proceder a su uso, la supuesta víctima puede perder total control de su cuerpo y sistema digestivo.


Aún así, a pesar de mostrar un lado más accesible para todos los públicos y menos suburbial, curiosamente hay escenas donde aparece Murphy con los órganos internos expuestos, paso intermedio de nuevo entre lo ridículo y lo espectacular. Otros fragmentos de la película son directamente un sin sentido, tal y como la confrontación con la organización criminal culpable de su asesinato: usan gafas de visión nocturna en la oscuridad, dando por hecho que él no tiene visión térmica, a pesar que puede detectar automáticamente un criminal a distancia contrastando su fisonomía de la cara con grabaciones de la base de datos. Un desperdicio en cualquier caso la escena en sí, al tratarse de la resolución de su propio caso y de la venganza sobre su ejecutor.


En la obra original del magnífico director Paul Verhoeven, Alex es acribillado, mutilado y deteriorado salvajemente sin remedio en un tiroteo, ingresando muerto en las dependencias donde es tratado. En esta reinvención del personaje, es víctima de una explosión, pero a pesar de quedar disminuido e invalidado para el resto de sus días, es claramente un error de producción con reminiscencias al pasado que se le declare como fallecido en la película. También es inentendible que a pesar de aparentemente resultar más ileso que en la original, hayan conservado menos cuerpo humano para el exoesqueleto, a pesar que la apariencia del traje incite a una sensación contraria por su confección y mano desnuda. En la película de 1987, a pesar que su sistema digestivo fuera extremadamente básico y a diferencia de esta, estómago tenía, y aunque finalmente no lo conservaran, también le salvaron el brazo.


En principio el hecho de que conserve exclusiva y únicamente la mano, es debido a un vacío legal por el cual no se permite que un dispositivo mecánico con inteligencia artificial abra fuego, aunque sea una articulación controlada por conciencia humana. Supone otro gran error esta conjetura, dado que el senador Hubert Dreyfuss no permite la acción de robots en las calles, pero una vez dicha ley es derogada por la presencia de Robocop, se convierte en un sin sentido este planteamiento. Al tratarse de un humano dentro de una máquina, y haber resultado altamente eficiente tanto en el cumplimiento de la ley como en la aceptación de los ciudadanos, los ED 209 son desplegados y la mano ya no supone un elemento necesario; sin embargo, no es sustraída a pesar de significar un punto débil.


En cuanto a la acción hay una escena que particularmente me ha gustado, en la que para enfrentarse a varios ED 209 lanza su moto y la estrella contra uno de ellos, para después de la sorpresa táctica pasar a meterse entre sus patas para que el resto no tenga un tiro claro y se dañen entre ellos. La idea se ejecuta bien y es efectiva hasta que se pasa a un formato de primera persona digno de videojuego, y luego se denota que lo que se promocionaba como un sistema antitanque diseñado para pacificación urbana, a la práctica es dañado de gravedad por apenas unos escasos disparos. El nuevo modelo no inspira el temor y miedo que el original, que en la primera toma de contacto con Robocop ya lo había dañado irremediablemente para el resto de la película, obligándolo a huir del mortal y superior armamento. Aún así, es la adaptación menos desacertada de la película, a pesar que al inicio de ella salgan hablando en árabe en Teherán; aunque sea realista, se debería prestar especial atención a qué aspectos no son esenciales para mostrar en la película.


La predisposición para actualizar la historia de forma realista podría haber servido para solventar algunos puntos que suponían una debilidad en la ficción de la primera: teniendo en cuenta que como novedad, la movilidad del casco de Robocop le descubre la cara con facilidad, habría sido conveniente que para las situaciones de amenaza le cubriera por completo, incluyendo la boca. De hecho hay una escena donde se protege con el brazo, detalle importante a tener en cuenta que pasa inadvertido, a pesar que no sea algo innovador. Aunque sea reiterarse, las referencias son continuas aunque algunas de ellas imperceptibles, pero se desarrollan de forma atropellada, incluso dando la sensación que la trama transcurre lenta en ese aspecto hasta el último tramo de película.


La banda sonora brilla por su ausencia, situación preferible teniendo en cuenta que cuando toma protagonismo tanto en los créditos finales como puntualmente en la acción, está constituida básicamente por temas musicales dignos de parodia. La sombra de la trilogía se alarga por última vez, acechando sobre la película con el tema original de Basil Poledouris, difícil de olvidar por la importancia que ejercía y porque precisamente suena en este remake, aunque sea de forma totalmente forzada. Incluso el magnífico Leonard Rosenman con la banda sonora de la segunda parte, consiguió lograr una marca propia digna de la franquicia, siguiendo la estela de Poledouris.


El crimen tiene un nuevo enemigo, la película también.