sábado, 15 de septiembre de 2007

Santiago Segura


Estábamos de fiesta por Madrid y ya nos íbamos para casa, cuando de repente vimos bajar por plena Gran vía a una persona que iba saludando a todo el mundo y que la gente se quedaba parada al verla. Cuando se acercó a nuestra posición, vimos que se trataba ni más ni menos que del actor Santiago Segura. Rápidamente aproveché que tenía una cámara a mano y me acerqué a él, que estaba entrando en el portal de su casa, donde unos chicos le estaban dando una pegatina para que se la pusiera en la camisa. “¡Pero esto está pegajoso!”, finalmente accedió al ver que le estaban increpando un poco, al percatarme me supo mal molestarle yo también. “¿Santiago, puedo hacerme una foto contigo y te dejo en paz?, accedió amablemente y aunque igual exageré, la verdad es que tiene totalmente asumida su condición en el momento que va por la calle saludando a todo el mundo. Quizás es el precio a pagar por vivir en pleno centro, pero en cualquiera de los casos, a veces la paciencia ha de ser mayor con según quien. En la misma estancia en Madrid además, le pudimos volver a ver entrando a cenar con José Mota en un restaurante céntrico.





Sin lugar a dudas el papel más conocido que ha interpretado el actor y por el cual se le asimila es Jose Luís Torrente, pero también ha realizado apariciones estelares en Hollywood. En algunos casos a modo de cameo o protagonizando una escena completa al mantener amistad con el director, es el caso de Guillermo del Toro con sus adaptaciones de cómic al séptimo arte de Blade II, Hellboy y su secuela, Hellboy: el ejército dorado. A modo de desenlace, utilizo la misma frase promocional que usó para Torrente 4: lethal crisis.


El actor por excelencia del chine chusco español.

viernes, 23 de marzo de 2007

300


Zack Snyder dirige esta adaptación del clásico de Frank Miller, demostrando que posee las aptitudes necesarias para encargarse de una producción de tal calibre y estar a la altura de las expectativas; ha recreado el cómic en la gran pantalla como nunca antes se ha visto. La gesta que llevaron a cabo los trescientos espartanos en la batalla de las Termópilas, liderados por Leónidas, ha llegado al cine gracias a la adaptación de 300.


Es necesario considerar que es una adaptación de la obra de Miller, que interpretaba el suceso histórico, y no del acontecimiento en sí. El guión no solo supone una representación fiel de la publicación, es una perfecta conversión de la misma, ejerciendo su presencia y notoriedad en cada fotograma.


Existen ciertas licencias que se ha tomado Snyder, para adecuar la historia según el contexto cinematográfico, tal y como la inclusión de ciertos seres y criaturas inexistentes en el cómic. Se produce de este modo, una ligera modificación del trasfondo histórico, según conveniencia para proporcionar la mayor experiencia posible y narrar la aventura de forma más épica.


Acciones como romper la formación de las filas, para el gran deleite de los movimientos de los espartanos a cámara lenta en el campo de batalla, a pesar de la experiencia que proporciona a nivel visual, habrían supuesto la derrota al verse el flanco descubierto. Contradictoriamente, el propio Leónidas expone al traidor Efialtes dicha circunstancia; su fuerza reside en la falange, que lucha como una única e impenetrable unidad, un solo punto débil, y se viene abajo.


No obstante, es necesario remarcar que los pilares que sostienen el acontecimiento histórico y la base que lo cimenta son respetados con notoriedad, primero por el cómic y ahora por la película. El resto de elementos son meramente anecdóticos, tales y como la desnudez de los espartanos cuando no están combatiendo, o la importancia que asume el papel de Gorgo en la historia, destacando así la influencia que ejercían en la política de Grecia las mujeres, en dicho marco temporal.


Gerard Butler ha realizado su mejor interpretación hasta la fecha como rey Leónidas, acompañado de nombres del calibre de Michael Fassbender como Stelios, Lena Headey como la reina Gorgo, y David Wenham interpretando a Dilios. Este último personaje, es usado por Zack Snyder como medio para proporcionar cohesión a la exposición de la historia, instrumento necesario al perderse este gran recurso narrativo del cómic.


La caracterización de todo el elenco es excepcional, buen ejemplo de ello es Rodrigo Santoro como Xerxes, a pesar de la constancia de los efectos especiales. Es destacable el cuidado deparado en la forma física del reparto, otorgando así mayor credibilidad a la historia.


Visualmente se alterna entre planos y escenas dignas de una instantánea de cómic y un contraste cuya calidad es característica del cine antiguo; la gesta propuesta crea un espectáculo sin precedentes de forma tan peculiar, que proporciona reminiscencias a una película de culto. La cámara hace gala del conocido tiempo bala para realzar las hazañas de los espartanos en el campo de batalla.


La banda sonora corre a cargo de Tyler Bates, quien alterna entre la épica y un estilo de música más actual; los cambios de ritmo según acontece la acción amenizan dichas escenas, teniendo en cuenta que en ese aspecto no deja de ser una película de carácter bélico. El apartado sonoro acompaña majestuosamente durante toda la proyección, siendo otra seña característica de la misma.


Esta adaptación fidedigna se ha ganado la calificación de obra maestra. Toda línea de diálogo tiene su espacio merecido, resaltando así principios y valores tales como el honor y el sacrificio, que son llevados hasta su máxima ponencia. La acción de un hombre libre con el único fin de preservar tal condición no establece límites, y no existe precio suficientemente alto a pagar. La muerte, si es fructífera, se torna necesaria, aunque se cobre la vida de un grupo de espartanos, 300.


¡Esto es Esparta!

viernes, 16 de marzo de 2007

Hannibal: el origen del mal


En Hunter se conoce su nombre, en El silencio de los corderos qué es, en Hannibal su naturaleza y en El dragón rojo su inicio. Con el origen es momento de saber el porqué.

Para entender el mal hay que retroceder hacía su origen, lo que se deja entrever por primera vez en el penúltimo libro acerca del pasado de Hannibal Lecter, se muestra ahora más claro que la nieve sobre la que muere. Sin más dilación, la trama se sitúa detrás de la máscara para hacer comprender el porqué de su naturaleza: el lado más animal y visceral desatado directamente de la parte más humana.


La película se desarrolla tomando como punto de partida Lituania en 1944, y presenta a un joven Hannibal cuya inocencia se ve destrozada fruto de la guerra, la muerte y el más atroz instinto de supervivencia. Los actos de los verdaderos monstruos desembocan involuntariamente en la peor consecuencia posible y la verdadera forma del mal se extiende del único modo como empieza: con venganza.


Para este cometido, el joven Gaspard Ulliel, interpreta al característico personaje en su edad más temprana. Se aprecia el riesgo de que, por primera vez después de Brian Cox, no sea Anthony Hopkins quien le ponga rostro a Lecter, hecho que casi obligatoria e inconscientemente lleva al actor a sobreactuar y a la película a cuarto lugar, solo por encima de Hunter. Si bien dada la cronología no es posible una breve aparición de la cara más conocida de Hannibal, permanece por motivos obvios durante toda la película. La magia en ese aspecto radica precisamente en que después de ver en movimiento a Ulliel, no parece una cara nueva. Su asimilación del papel da pie a reconocer al personaje ante su total ausencia, pero se hubiera agradecido una breve aparición de Hopkins para enlazar la saga y cerrar el círculo, así como bien acertada es la última escena de El dragón rojo, o el desenlace de la última novela de Thomas Harris, haciendo referencia a la instalación de la consulta en Baltimore. De hecho inicialmente el actor galés y conocido Sir iba a narrar los acontecimientos, hecho que al final no se produjo, al igual que el encuentro con Ulliel para un intercambio de impresiones, debido a problemas de agenda. El resto del reparto cumple gratamente, destacando sobre todo a Rhys Ifans, quien ejerce de absoluto némesis en la historia.

A pesar de que las siguientes características no parecen de una precuela, la trama se desenvuelve sobre ella misma con gran astucia a la hora de tratar los acontecimientos sin ataduras de ningún tipo, de hecho y por ello, se vuelve una película dirigida hacia auténticos seguidores del personaje, factor que incide en la percepción de la calidad de la misma. Este hecho se ve caracterizado principalmente porque ha sido el escritor y creador original, quien adapta y acaba de pincelar para el filme la historia ya conocida de antemano en el libro de Hannibal. Guiños tales como ponerse una máscara parecida a la que lo recluya de cualquier ataque en su reclusión y referencias en el tiempo como las escuchas de las variaciones de Goldberg que, posteriormente escucharía antes de su huida e interpretaría en su estado de hibernación, hacen de esta película un viaje en el tiempo de la mente del caníbal más conocido de la historia. La banda sonora ayuda de forma ambiental y sin destacar demasiado a cubrir esa puesta en escena.

A pesar de la connotación explícita que pueda sugerir la película, la crudeza e impacto radican más en el propio planteamiento de la misma. Lo que nunca se ha visto del buen doctor, dada su frialdad y ausencia de culpabilidad y sentimientos, toma forma más que nunca en una víctima sufrida, sentida y conducida al descontrol: un camino que desemboca en un no retorno en un punto de inflexión que obliga a una decisión tomada precipitada y visceralmente, que repercute sobre toda una vida en la que la total ausencia de perdón define toda una trayectoria.

Quid pro cuo.