No es la primera vez que Ron Howard dirige una película basada en
hechos reales, solo hay que ver las excelentes Una mente maravillosa y Cinderella
man, y para esta ocasión la calidad también ha estado a la altura de las
expectativas. A resaltar que la temática o ámbito que se abarca, a pesar de ser
un eje importante de la historia a narrar e incluso conformando la base
principal, no es decisivo si las formas de explicar una historia personal son
las correctas. En otras palabras, se pueden apreciar perfectamente los sentimientos
de los personajes aunque no gusten las matemáticas, el boxeo o la Fórmula 1, como en este caso. Se trata
por encima de todo de historias humanas, y ahí está la clave, disponer lo
circunstancial en segundo plano y resaltar las personalidades, sueños,
conflictos y dilemas a los que se enfrentan, tanto a nivel moral como ético.
Conseguido de nuevo.
Rush muestra en la gran pantalla con astucia la rivalidad que
tuvieron el austríaco Niki Lauda y el
inglés James Hunt, ambos corredores
de Fórmula 1. Niki era comedido, calculador y disciplinado, totalmente contrario
y en perfecto contraste con el británico, desmedido, visceral y desenfrenado, válgase
la redundancia. Aún así, a pesar de concebirse mutuamente desde un inicio como perfectos
enemigos, prosperaron conjuntamente uno gracias al otro para poder sacar lo
mejor de ellos mismos, una rivalidad convertida en inspiración y motivación.
En la trama releva mucha
importancia por motivos obvios el accidente de Lauda de 1976 en Nürburgring, de hecho la primera escena transcurre
allí y el eslogan del poster promocional de la película suscita el mismo
interés. Puede parecer por ello una historia trágica, pero se juega hábilmente
con diversas situaciones, que sin volverse totalmente cómicas, resultan
entretenidas y divertidas, sin llegar a estropear el fin de lo que se quiere transmitir.
A pesar de las circunstancias, se muestra el mejor fondo posible, con una alta
fidelidad de los hechos y del contexto histórico, alternando incluso con
escenas reales.
El actor catalán de origen alemán
Daniel Brühl protagoniza el papel de Niki Lauda, rol que dado su origen lleva
a cabo con gran realismo, siendo además caracterizado para acercarse al
conocido corredor. Chris Hemsworth a
su vez hace de James Hunt,
conformando un casting acertado dado su parecido pero quizás con menos tablas a
nivel de interpretación como Brühl
dado su personaje, que básicamente se muestra como un adicto a las mujeres y la
fiesta, con todas sus consecuencias. Es Niki
quien tuvo el accidente que le desfiguró parcialmente la cara y prácticamente
le cuesta la vida, y después de estar hospitalizado volvió para correr y ser
campeón de nuevo. Esta situación le da más oportunidad de resaltar como actor,
aunque el conjunto de los dos campeones de Fórmula
1 resulta efectivo, recayendo el peso en ambos.
En segundo plano Olivia Wilde interpreta a la esposa de Hunt, aunque como dicho matrimonio dura
poco su presencia es mera anécdota; a su vez, Alexandra Maria Lara destaca más como esposa de Lauda, no solo por su característica
relación sino por su ayuda en los momentos más difíciles. Como siempre, la
tragedia da más juego que la diversión de cara a la interpretación, y en este
caso no es la excepción que confirma la regla. Aún así, en absoluto se trata de
un drama.
La banda sonora está a cargo de Hans Zimmer, que quizás para esta
ocasión solo toma protagonismo en los momentos cruciales tanto a nivel de los
personajes como de las escenas de carreras en los circuitos. En cualquier caso
y como siempre, vuelve a realizar un score excelente y crea de nuevo momentos
épicos, más cuando se es consciente de que los hechos narrados sucedieron de
verdad. Emocionante.
Precisamente estuve con Daniel Brühl este mismo año para Sant Jordi, donde me firmó su libro Un día a Barcelona. Todo un lujo estar
con tal actor, que se mostró realmente amable y atento con los presentes.
Todo les condujo a
ese instante.
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