sábado, 12 de octubre de 2013

El diario de Adán y Eva


Hoy hemos asistido en el teatro Condal a la renovada versión del clásico de Mark Twain: El diario de Adán y Eva. Si bien podría tomarse como tragicomedia, no está perfectamente contrastada solo en ese punto, pasando de la sencillez y lo visual a la reflexión y exposición más compleja y profunda del sentimiento humano. Conmueve ver a un actor como Fernando Guillén Cuervo llorar a lágrima viva encima del escenario por la pérdida de un ser querido, quizás incluso resultando injusto a la hora de valorar a Ana Milán, al no poder destacar más en su interpretación dado su rol. La función alterna entre el Edén y una entrevista en la emisora de radio, siendo el invitado quien se lleva toda la atención; en cualquier caso, se logra una completa química difícil de conseguir. Es una historia sencilla pero no simple y triste pero no trágica. Requiere de una gran atención para no perder un ápice de lo expuesto, pero a su vez se logra transmitir con plenitud todo acerca del sentimiento eternamente tratado en todo arte.


Lo amo simplemente porque es mío.

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