Jaume Balagueró vuelve a tomar las riendas de la saga [REC] para proporcionar un desenlace,
desde que dirigiera junto a Paco Plaza
la segunda entrega; Manuela Velasco,
a su vez, vuelve a protagonizar el papel de Ángela
Vidal, única superviviente del brote de contagio en el conocido edificio de
Barcelona. La acción se traslada a una embarcación, donde comparte cuarentena
junto a los propios cuerpos especiales que la rescataron, y una familiar de la
trágica boda de [REC] 3: génesis.
El claustrofóbico escenario toma
protagonismo al conformarse como una nueva trampa mortal, totalmente aislado e
incomunicado, y servir al uso de instalaciones secretas donde se realizan
experimentos para el hallazgo de la cura definitiva al virus. El parásito
también ha conseguido salir del edificio, suponiendo un nuevo ingrediente y elemento
de terror para la película, con reminiscencias a La cosa y Alien: el octavo
pasajero. La disposición de estos elementos, de nuevo da como fruto el
survival horror, con conflicto de intereses incluido debido a la amenaza del
factor humano, como resultado de la investigación del equipo científico de
abordo.
En esta ocasión Balagueró dirige sin Paco Plaza, quien a juzgar por la
tercera parte, supone en el universo [REC]
una dirección gamberra, canalla y divertida. Jaume se muestra como amo y señor del género de terror, sin embargo
se echa en falta el trabajo fruto de ambos, como ha sucedido en las dos
primeras entregas. Su cooperación se tornó perfecta, y el hecho de que [REC] 4 quede en cuarta posición, no
supone una nota negativa, sino la yuxtaposición justa; resultado de la misma,
al haber puesto toda la carne en el asador desde el primer momento, como manera
premeditada de producir que merece hoy en día un verdadero elogio en el mundo
del cine, dando el todo por el todo desde el primer segundo.
Se retoma la posición y punto de
vista de Plaza ante la cámara, y se
elimina por completo el factor falso documental, iniciándose el desenlace de la
saga con la última entrada al edificio de Barcelona, pero por primera vez como
si de una superproducción de cine se tratase, en comparación al prisma de
perspectiva al que había acostumbrado la escalera. No obstante, a pesar de no
producirse rápidos y desenfocados movimientos, debido a la acción y como
justificación del pulso y sostenibilidad de la cámara, estos tienen lugar de
cualquiera de los modos, manteniendo el estilo característico y filtrando
quizás la violencia más explícita, haciendo de esta una película más cercana
para todos los públicos.
El elemento sonoro también adopta
otro nivel al existir score, que acompaña magistralmente durante toda la
historia de la mano de Arnau Bataller.
Es un recurso cinematográfico que, salvo ocasiones puntuales en la anterior
entrega, no había podido ser usado por las circunstancias de la narrativa. La
banda sonora toma protagonismo y añade el matiz tenso y dramático necesario
para este apocalipsis en alta mar.
Una vez más, [REC] adopta otro nivel de juego; el hecho de que Ángela Vidal empiece a romper todas las
cámaras del navío, simbólico y sentido acontecimiento que ya se produjo en Génesis, confirma de nuevo como recurso
lo que se vislumbra desde la primera escena: cambio de rumbo en el plano
narrativo y giro visual de la saga en ese marco, sin posibilidad de retroceso.
Es posible que mucha información quede sin detallar, pero conforma el misterio
e intriga que envuelve al género, y por ello requiere ser examinada en su
universo expandido, tal y como el cómic. Después de cuatro títulos, la historia
puede considerarse explorada en su totalidad y finalizada a tiempo; sin
embargo, el sentimiento provocado es contrario, e invita a que prosigan los
acontecimientos. Como deseo personal no acabaría el juego, y volverían a
reunirse Jaume Balagueró y Paco Plaza, para tirarlo todo por la
borda con un nuevo concepto.
Ha llegado la hora de salir.
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