Una noche para sobrevivir, dirigida por Jaume Collet-Serra, supone hasta la fecha su mejor película
dirigiendo a Liam Neeson y como
director. Podría haberse tratado perfectamente de una historia de serie negra,
poseyendo leves matices de tal género, al desarrollarse la misma en una Nueva
York nocturna navideña, en la que elementos como la lluvia pueden crear una rotunda
ambientación. Llama la atención como se producen abruptos y vertiginosos cambios
de cámara, que a pesar de resultar inicialmente confusos, son efectistas.
Todo y ser una película de acción
en toda regla, existe un formidable enfrentamiento interpretativo entre Liam Neeson y Ed Harris, que supone una notable puesta en escena. En conjunto, el
drama personal de Jimmy Conlon a
nivel familiar, convierte al personaje en el más depresivo bajo la piel de Neeson, aunque no sea la primera vez que
interpreta a un protagonista solitario y decadente. La novedad radica en que,
por una noche y como última oportunidad, hay posibilidad de redención, aunque
sea a coste de un alto precio.
La propuesta de Una noche para sobrevivir o Run all night en su versión original,
está implícita en el propio título. Los sucesos que acontecen prácticamente
dejan a los personajes sin toma de decisión o alternativa posible, obligados a
actuar en contra de su voluntad. Los dilemas expuestos parecen jugar en contra
del libre albedrío, al interferir directamente contra los sentimientos y sed de
venganza.
Joel Kinnaman como Michael,
hijo de Jimmy, encarna un personaje
con tablas dado el desavenimiento con su padre, por lo que sin destacar en
exceso, crea su espacio merecido de relevancia debido a su rabia e ira
contenidas. Cabe mencionar la aparición de Nick
Nolte como hermano de Jimmy, presencia
breve pero que siempre es de agradecer dado el actor en cuestión, a pesar de no
estar acreditado.
La banda sonora corre a cargo de Tom Holkenborg, más conocido como Junkie XL, quien a pesar de cumplir con
su cometido en la ambientación sonora, ejerce mayor protagonismo al inicio de
la película, usando incluso el sonido de rayos y lluvia como notas de su
aportación. Puntualmente durante escenas cruciales, consigue incluso sobrecoger
con su énfasis y altibajos.
Una noche para sobrevivir posee su propia identidad, aunque dados
los elementos, es inevitable pensar en Venganza
y en Una historia de violencia.
Quizás para alejarse de esa sensación de Déjà
vu, habría sido necesario profundizar en la ciudad de Nueva York como
escenario, o ceder parte del protagonismo de Liam Neeson a otro personaje de igual consideración; no obstante,
consigue discretamente su objetivo.
Ningún pecado queda impune.
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