Frank Miller ha dado una conferencia a día de hoy, y si su firma ha
sido el tesoro más codiciado del salón del cómic, la asistencia a dicho evento
no ha supuesto menos repercusión mediática. Ha hecho acto de aparición junto a Brian Azzarello, con quien ha colaborado
para la tercera entrega de El regreso del
caballero oscuro. El inicio de ambos autores en el mundo de la viñeta tiene
como origen el despido de sus respectivos trabajos, habiéndose conocido mutuamente,
en cuanto a sus obras se refiere, precisamente en una tienda de cómics; han
dado por hecho que trabajarían juntos de nuevo.
Las inspiraciones de Frank para que haya sido posible dar a
conocer un mundo tan oscuro en los cómics son sencillas: en 1985 vivía en Nueva
York, y solamente tenía que observar a través de la ventana para dar forma a un
punto de partida escénico que desenlazó en obras como El regreso del caballero oscuro. Posee una clara opinión formada respecto
a la censura: no se esquiva, se coge un cañón y se la dispara. Para él, DC tiene mejores personajes, siendo Batman como un juguete al que sacar a
relucir dadas todas las posibilidades que ofrece. Los cómics nunca morirán, las
películas no los están estropeando si los lectores siguen leyendo y el interés
perdura en personajes mitológicos o Robin
Hood, por lo que no tiene por qué perderse la pasión por personajes
vestidos con mallas que vuelan: siempre se querrá más. El mercado está bien,
siempre y cuando los videojuegos o Hollywood no sustraigan a los talentos de la
industria; permanecerá así mientras no exista dicha invasión.
Frank ha comparado el trabajo de un dibujante, en cuanto a la
política se refiere, con el de un asesino que dispara flechas con punta de goma:
no infligen daño pero molestan, y supone la herramienta perfecta para el
incordio y la diversión. Acerca de Donald
Trump, Miller ha destacado su
pelo y Azzarello su piel naranja;
consideran que la existencia de medios, con información en exceso, beneficia
con su fomento de popularidad a que pueda acabar siendo presidente.
Brian ha declarado en una clase de cómic anterior, que le resulta
menos difícil decidirse por su peor obra que por la mejor. No obstante, tampoco
ha querido posicionarse al respecto porque si por ejemplo, nombra 100 balas (que en absoluto lo es), cabe
la posibilidad de que pueda ofender a un gran seguidor del título. Frank, a su vez, ha confesado sin
dilaciones que su peor trabajo es el primero, aunque en su caso no le preocupa
porque es imposible que nadie lo encuentre.
Acerca del hecho que Brian Azzarello haya hecho llorar a Joker en los cómics, ha confesado que
está loco y por eso llora; la demencia posee sus altibajos anímicos, y en
tributo a dicho estado mental pensó que era producente. Respecto al cómic
español, estaba destacando que hay grandes autores como David Rubín, cuando Brian
se ha dado cuenta que este estaba en la conferencia y se ha puesto a reír. En
cuanto a los consejos para realizar un trabajo de verdadera innovación en el mundo
del cómic, tanto Frank como Brian han comentado que no hay una
fórmula secreta para los no iniciados, e instigan a lo que hicieron ellos
mismos: escribir, escribir y escribir, dibujar, dibujar y dibujar. Se debe
recorrer el camino paso a paso, conociendo los fundamentos y estableciendo
prioritariamente unas buenas bases, si se experimenta de forma abrupta el
lector no lo entiende y se le pierde. La función del artista no es que se le
valore, sino la narración de historias.
El trabajo con estos personajes
exige una serie de parámetros: Batman
no es un asesino, conforma un estándar y es un defecto que se debe explotar; Superman nunca sería vulgar o grosero,
como héroes son grandiosos declara Miller.
Azzarello cita que conducirlos al
límite explorando sus extremos es un gran recurso del cual partir, pero sin
hacerlos cruzar la línea, situando así al personaje en un dilema. Alan Moore nunca llamaría a Frank Miller para trabajar juntos porque
como amigos que son uno de los dos acabaría muerto, Frank representa demasiadas palabras y Alan demasiadas imágenes. Él tenía razón y Alan se equivocaba, si Moore
asesinó a los superhéroes hace treinta años con Watchmen, Miller los
resucitó con El regreso del caballero
oscuro.
Acerca de Batman v Superman: el amanecer de la justicia, Brian ha expuesto que se ha creado un Luthor interesante, y Frank
que Batman siempre conduce un gran
coche, ambos coincidiendo en que Wonder
woman ha sido una grata sorpresa; sorprenden estos tres datos dadas las
escuetas declaraciones, por no decir inexistentes, que suelen producirse de
autores de cómic respecto a adaptaciones cinematográficas. Como dijo el
dibujante de Watchmen, Dave Gibbons: entre decirlo todo y no
decir nada, mejor no decir nada. En cualquiera de los casos y sin lugar a
dudas, la mejor declaración de toda la velada ha sido por parte de Frank Miller, acerca del proyecto de
seguir trabajando con la obra de su creación: Sin city.
Alan Moore nunca me llamaría porque
uno de los dos acabaría muerto.
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