La nueva entrega de Terminator supone un punto y aparte dentro
de la franquicia. Situada cronológicamente después de los acontecimientos
principales de la trilogía, pero anterior a los flashbacks en 2029, rompe totalmente con el concepto de la guerra del futuro, ahora.
Los ingredientes de la trama, compuestos anteriormente de persecuciones, han
dado paso hacia la más pura supervivencia en el campo de batalla, donde se
prioriza el conocimiento del enemigo sobre las demás materias.
Los Ángeles, 2019: la guerra todavía no se libra íntegramente de noche, y tampoco existen los viajes en el tiempo o las armas láser; sin embargo, es el escenario perfecto para narrar las vivencias de Kyle Reese, conocidas en el contexto de la primera entrega. Se muestra el modelo T-600 con piel de plástico, así como las cárceles de reclusión y el origen de la cicatriz de Connor; tampoco faltan la foto de Sarah y sus grabaciones.
Sin embargo,
el momento más esperado de toda la película es la primera aparición del modelo T-800, cuyo cameo de la cara más
conocida del mismo, aunque digital, era necesario. En ese aspecto, las
referencias continuas se han ganado su espacio a buen precio, aunque sea sacrificando
levemente la cohesión de la historia; no obstante, hay novedades en cuanto a
los modelos de Terminator, destacando
la motocicleta y el exterminador acuático.
Christian Bale como John Connor supone la nota interpretativa de la película, junto a Sam Worthington en el papel de Terminator. Bryce Dallas Howard apenas aparece en pantalla, a pesar de cumplir
notablemente, condición que supone una postura inteligente al seguir con la
continuidad del personaje de Katherine
Brewster presentado en Terminator 3:
la rebelión de las máquinas, pero relevado a un segundo plano. Lo mismo
sucede con Helena Bonham Carter, cuya
presencia es anecdótica, siendo desaprovechado el recurso de su implicación con
Cyberdyne systems.
La historia
de Marcus Wright puede resultar
confusa, pero es el único modo de permanecer fiel a la franquicia con el
equilibrio de fuerzas, introduciendo de nuevo a un Terminator a favor de la resistencia, reconocible en estética y
comportamiento. A pesar que acabe suponiendo una traición, cabe decir que a modo
de infiltración su cometido es perfecto, al no tener conciencia de quien es
realmente. Todo ello, con el único fin y propósito de conducir a John Connor ante el último modelo de Skynet: T-800.
Anton Yelchin como joven Kyle Reese apenas llama la atención, no
siendo su construcción del personaje reconocible con la del soldado enviado del
futuro para proteger a Sarah Connor. Michael Ironside, a pesar de no
desarrollar un elemento tan importante en la trama, aporta con su
interpretación desafiante un nuevo matiz a la historia, poniendo en duda la
profecía sobre John como líder de la
resistencia.
Lamentablemente
la banda sonora pasa inadvertida, a pesar de contar en su composición con el
gran Danny Elfman; no obstante llama
la atención puntualmente, durante escenas de acción y en su versión del tema
principal de Brad Fiedel. Sin lugar a
dudas este hecho supone un pequeño gran lastre, teniendo en cuenta la fuerte
presencia de este apartado, decisivo en el resultado final de las películas de Terminator.
En cuanto a
los temas musicales escogidos, a pesar de no llegar a la elegancia demostrada
en la segunda parte, cuya alternativa habría sido desacertada, suena Rooster de Alice in chains y hay un guiño importante con You could be mine de los Guns
‘n’ roses. En ese aspecto, todo y poder parecer forzado, se rinde un
excelente homenaje a la época que representan estas canciones en la película.
Terminator ha vuelto, pero sin Arnold Schwarzenegger, y al no
aparecer el personaje que interpreta, sobre el cual recae todo el simbolismo y
éxito de la saga, dificulta el reconocimiento de la misma. Su gran punto
negativo es no haber aprovechado al máximo todas sus posibilidades, al
contrario de Cameron, especialmente
como respuesta a la ausencia del absoluto protagonista. Aún así, aprueba como
película de acción, profundizando en la historia y mostrando acontecimientos
planteados desde 1984.
El fin comienza.
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