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sábado, 7 de mayo de 2016

Conversando con Frank Miller


Frank Miller ha dado una conferencia a día de hoy, y si su firma ha sido el tesoro más codiciado del salón del cómic, la asistencia a dicho evento no ha supuesto menos repercusión mediática. Ha hecho acto de aparición junto a Brian Azzarello, con quien ha colaborado para la tercera entrega de El regreso del caballero oscuro. El inicio de ambos autores en el mundo de la viñeta tiene como origen el despido de sus respectivos trabajos, habiéndose conocido mutuamente, en cuanto a sus obras se refiere, precisamente en una tienda de cómics; han dado por hecho que trabajarían juntos de nuevo.


Las inspiraciones de Frank para que haya sido posible dar a conocer un mundo tan oscuro en los cómics son sencillas: en 1985 vivía en Nueva York, y solamente tenía que observar a través de la ventana para dar forma a un punto de partida escénico que desenlazó en obras como El regreso del caballero oscuro. Posee una clara opinión formada respecto a la censura: no se esquiva, se coge un cañón y se la dispara. Para él, DC tiene mejores personajes, siendo Batman como un juguete al que sacar a relucir dadas todas las posibilidades que ofrece. Los cómics nunca morirán, las películas no los están estropeando si los lectores siguen leyendo y el interés perdura en personajes mitológicos o Robin Hood, por lo que no tiene por qué perderse la pasión por personajes vestidos con mallas que vuelan: siempre se querrá más. El mercado está bien, siempre y cuando los videojuegos o Hollywood no sustraigan a los talentos de la industria; permanecerá así mientras no exista dicha invasión.


Frank ha comparado el trabajo de un dibujante, en cuanto a la política se refiere, con el de un asesino que dispara flechas con punta de goma: no infligen daño pero molestan, y supone la herramienta perfecta para el incordio y la diversión. Acerca de Donald Trump, Miller ha destacado su pelo y Azzarello su piel naranja; consideran que la existencia de medios, con información en exceso, beneficia con su fomento de popularidad a que pueda acabar siendo presidente.


Brian ha declarado en una clase de cómic anterior, que le resulta menos difícil decidirse por su peor obra que por la mejor. No obstante, tampoco ha querido posicionarse al respecto porque si por ejemplo, nombra 100 balas (que en absoluto lo es), cabe la posibilidad de que pueda ofender a un gran seguidor del título. Frank, a su vez, ha confesado sin dilaciones que su peor trabajo es el primero, aunque en su caso no le preocupa porque es imposible que nadie lo encuentre.


Acerca del hecho que Brian Azzarello haya hecho llorar a Joker en los cómics, ha confesado que está loco y por eso llora; la demencia posee sus altibajos anímicos, y en tributo a dicho estado mental pensó que era producente. Respecto al cómic español, estaba destacando que hay grandes autores como David Rubín, cuando Brian se ha dado cuenta que este estaba en la conferencia y se ha puesto a reír. En cuanto a los consejos para realizar un trabajo de verdadera innovación en el mundo del cómic, tanto Frank como Brian han comentado que no hay una fórmula secreta para los no iniciados, e instigan a lo que hicieron ellos mismos: escribir, escribir y escribir, dibujar, dibujar y dibujar. Se debe recorrer el camino paso a paso, conociendo los fundamentos y estableciendo prioritariamente unas buenas bases, si se experimenta de forma abrupta el lector no lo entiende y se le pierde. La función del artista no es que se le valore, sino la narración de historias.


El trabajo con estos personajes exige una serie de parámetros: Batman no es un asesino, conforma un estándar y es un defecto que se debe explotar; Superman nunca sería vulgar o grosero, como héroes son grandiosos declara Miller. Azzarello cita que conducirlos al límite explorando sus extremos es un gran recurso del cual partir, pero sin hacerlos cruzar la línea, situando así al personaje en un dilema. Alan Moore nunca llamaría a Frank Miller para trabajar juntos porque como amigos que son uno de los dos acabaría muerto, Frank representa demasiadas palabras y Alan demasiadas imágenes. Él tenía razón y Alan se equivocaba, si Moore asesinó a los superhéroes hace treinta años con Watchmen, Miller los resucitó con El regreso del caballero oscuro.


Acerca de Batman v Superman: el amanecer de la justicia, Brian ha expuesto que se ha creado un Luthor interesante, y Frank que Batman siempre conduce un gran coche, ambos coincidiendo en que Wonder woman ha sido una grata sorpresa; sorprenden estos tres datos dadas las escuetas declaraciones, por no decir inexistentes, que suelen producirse de autores de cómic respecto a adaptaciones cinematográficas. Como dijo el dibujante de Watchmen, Dave Gibbons: entre decirlo todo y no decir nada, mejor no decir nada. En cualquiera de los casos y sin lugar a dudas, la mejor declaración de toda la velada ha sido por parte de Frank Miller, acerca del proyecto de seguir trabajando con la obra de su creación: Sin city.


Alan Moore nunca me llamaría porque uno de los dos acabaría muerto.

viernes, 6 de mayo de 2016

Frank Miller


Frank Miller no necesita presentación en el mundo del cómic. Es el dibujante y guionista de El regreso del caballero oscuro, obra maestra que presenta a un retirado Bruce Wayne de avanzada edad, que vuelve a coger el manto del murciélago para hacer frente al crimen de la futura y decadente ciudad de Gotham. Supuso un antes y un después, debiendo directamente a su trabajo los honores de los que goza el caballero oscuro actualmente. En su cruzada se enfrenta a Superman, en marco de una escenografía, trama y estética que denota su clara inspiración a la recientemente estrenada Batman v Superman: el amanecer de la justicia de Zack Snyder. Alan Moore asesinó a los superhéroes con Watchmen y Frank Miller los resucitó con El regreso del caballero oscuro. Su posterior trabajo como guionista con David Mazzucchelli a los lápices, estableció el origen definitivo de Batman con un tono de serie detectivesca negra realmente característico, que también influyó en el murciélago de Christian Bale con Batman begins de Cristopher Nolan.


No obstante, sus inicios residen en Marvel con un crossover de Spider-man y Daredevil, siendo Ronin su primer trabajo con DC cómics, aunando tradición americana, europea y japonesa. Volvió a Daredevil como guionista, y su obra Born again significó su primer trabajo con Mazzucchelli como dibujante; reinventó el personaje con el uso de iconografía católica, realizando la etapa más memorable, recordada y leída, salvando por encargo explícito un cómic que estaba sentenciado. Con el dibujante Bill Sienkiewicz guionizó cómics de Daredevil y Elektra, estableciendo en el caso de la asesina, el trágico pasado inspirado en la mitología que la bautiza. Su obra más conocida con dicho personaje fue Elektra lives again, rompiendo los esquemas establecidos y realizando un giro en estilo, otorgando una narrativa raramente vista con una lección magistral del uso del color en la novela gráfica. Para Daredevil escribió Man without fear, cómic que fue concebido inicialmente como guión cinematográfico.


En Dark horse cómics desató la polémica debido a su estilo y posteriormente en la misma editorial trabajó con Dave Gibbons, dibujante de Watchmen, con la serie limitada Martha Washington donde Frank sacaba a relucir de nuevo su sátira política. También participó con su guión en la miniserie Robocop versus Terminator, así como en el videojuego adaptado a plataformas como Mega drive y Master system; otro crossover en el que estuvo implicado fue el de Batman y Spawn, personaje de Image cómics.


Fundó el sello Legend junto a otros reconocidos autores para crear sus propios personajes y poseer los derechos como creador, con total libertad y sin ninguna imposición; la revolución no se hizo esperar. Sin city, pura novela negra en cómic, innovó en el medio con su estética y atmósfera; ideada como un único número, conllevó a una serie, conformando para Frank Miller su obra por excelencia de serie detectivesca negra. Cuando parecía que era imposible superarse a sí mismo, sale a la luz el cómic 300, característico por su magnífico color y su edición apaisada. La batalla de las Termópilas, narrada magistralmente, sentó cátedra y desenlazó en una secuela: Xerxes.


Parecía que las hazañas de Frank no cesaban, a John Romita Jr. le regaló el mejor guión sobre el que trabajó, del cual obtuvo su obra cumbre como dibujante, e incluso como amigo de su desde siempre admirado autor de cómic Jack Kirby, pronunció unas palabras en su funeral. Como dibujante y guionista, trabajó nuevamente con Batman en la secuela de El regreso del caballero oscuro, bajo el nombre El caballero oscuro contraataca, y junto al dibujante Jim Lee, realizó el guión de All star: Batman y Robin. A día de hoy, ya están disponibles los dos primeros números de la serie de cómics que conformará la tercera entrega de Miller de su obra maestra, cerrando así la trilogía de El regreso del caballero oscuro.


No solo ha estado involucrado en el mundo del cómic, en el séptimo arte fue el encargado del guión de Robocop 2; de hecho Paul Verhoeven, director de la primera entrega, admitió las influencias de Miller. Sin embargo, su escrito fue sometido a la censura y a diversas modificaciones, que conllevaron a que el texto fuera dividido en dos entregas, en las cuales figura como guionista; no obstante, sus conceptos originales para la película acabaron plasmados en cómics de nueva creación. Frank aparece en la segunda parte realizando un cameo, como químico que trabaja en la elaboración del narcótico Nuke, a las órdenes de Caín, aunque lamentablemente fallece en una explosión al entrar en escena Robocop.


En 2005 dirige junto a Robert Rodríguez y en colaboración con Quentin Tarantino la película que adapta a la gran pantalla su obra Sin city, postura lógica pero que se produce menos de lo conveniente en el mundo del cine. La escenografía visual, que se acerca más que nunca a las viñetas en movimiento, y la fidelidad a su propio estilo la convierte en una película de culto. El propio Frank realiza un cameo, apareciendo como sacerdote que es asesinado a manos de Marv después de proporcionarle el nombre del senador Roark. También dirigió la secuela, Sin city: a dame to kill for, en la que aparece de nuevo junto a Marv en Kadie’s club. Ha sido productor ejecutivo de 300, fidedigna adaptación dirigida por Zack Snyder y trasladada a la gran pantalla prácticamente viñeta a viñeta y palabra por palabra, y su secuela 300: el origen de un imperio. Frank Miller, creador de Sin city y 300, también ha dirigido con su característica visión The spirit, película del personaje de Will Eisner.


Después de lo expuesto, y teniendo en cuenta que solo se podía acceder a su firma mediante sorteo previo, sobran las palabras al decir que he sido de los pocos afortunados que han podido obtenerla. He querido que la dedicatoria fuera en la edición del trigésimo aniversario de El regreso del caballero oscuro: al acercarme me ha preguntado cómo estaba, a lo que he respondido que bien y seguidamente he pasado a darle las gracias y decirle que era el mejor. Mientras me estaba firmando le he comentado que Batman es lo que es ahora mismo gracias a él, comentario que me ha agradecido sonriendo, y a pesar de que la editorial nos ha comunicado que no le diéramos la mano, ha sido él quien me la ha tendido para despedirse.


Alan Moore asesinó a los superhéroes, Frank Miller los resucitó.

viernes, 14 de febrero de 2014

Robocop (2014)


Mejor será irse acostumbrando a ver el año de la película al lado del título porque el cine se está quedando sin ideas. Si bien es cierto que la película generaba pocas expectativas, la sensación de desagrado o mejor dicho de indiferencia hacen pensar qué habría sucedido si se hubiera albergado cierta esperanza. No se trata del respeto a las originales, sino del poco convencimiento que desprende el producto final; de hecho es difícil abrirse de mente y dejar de lado el pasado cuando las referencias, aunque desacertadas, son continuas.


La trilogía de Robocop es atemporal, su composición no envejece con el paso del tiempo salvo algún detalle anecdótico, y el hecho de haberla presentado inteligentemente en un futuro cercano sin concretar contribuye a ello. Esta nueva entrega pretende justificar y explicar innecesariamente con efectos especiales, lo que ya se presentó elocuentemente en su día, lamentablemente sacrifica la magia en el proceso. Incluso giros de la trama que al principio podían aparentemente llamar la atención, tal y como que la esposa e hijo de Murphy sigan sabiendo de su existencia desde su concepción como el policía cyborg, han conformado una parte del argumento conducida al fracaso estrepitosamente.


Joel Kinnaman como Alex Murphy resulta un despropósito, no solo no transmite empatía alguna sino que ejerce un rol totalmente lineal, y no por desprender una lágrima como novedad respecto a la original se torna más dramática y trágica la trama. Afortunadamente, Gary Oldman y Michael Keaton consiguen subir las tablas interpretativas, respectivamente como doctor Dennett Norton y Raymond Sellars, presidente de Omnicorp. Abbie Cornish cumple en su papel de Clara Murphy, incluso resaltando más que él, algo por otra parte no muy difícil de lograr.


La aparición de Samuel L. Jackson como Pat Novak es anecdótica, dado que aparece escasamente durante la película y solo en el marco de un programa sensacionalista convenientemente manipulado. Interactúa puntualmente con alguno de los protagonistas directa o indirectamente, convirtiendo su aparición en una parodia excéntrica y lamentablemente tomando el eje del inicio y final de la película, ridiculizando incluso los créditos iniciales. Jackie Earle Haley como Rick Mattox, asesor militar a sueldo de la OCP, no obstante, encaja a la perfección en la historia y resulta fresco como nuevo personaje.


El argumento comparte similitudes con el original, a pesar que lo relativamente poco innovador que intenta introducir no convenza y resulte insuficiente o erróneo. Los nuevos enfoques de hecho quiebran y dañan por completo el juego que podría haber dado la película; un ejemplo de ello son las instalaciones de Robocop, cuya localización es la sede de OCP y no la comisaría, que es donde deberían residir al tratarse de un policía. En concreto y precisamente por detalles así, da la sensación que han querido reafirmar y exponer al personaje como un superhéroe al uso para el público general. No sería sino inentendible la motocicleta como único método de transporte, que está aparcada en una plataforma convenientemente ubicada, y la cual conduce a través de pasillos al exterior como si el emerger de la batcueva se tratase. Por supuesto el protagonismo de dicha individualidad suprime por completo la patrulla con su compañero masculino Jack Lewis, el cual supone la nefasta sustitución de Anne Lewis. A propósito de ello, también se ha cambiado el sexo pero no la raza del comisario Warren Reed del departamento de policía de Detroit, al cual no han conservado el apellido aunque desempeñe claramente el mismo rol.


El diseño del exoesqueleto es negro, dejando de lado al plateado más que conocido de las películas y series, como prototipo inicial de pruebas y traje final para el desenlace de la película. Se trata de robótica ágil y ligera, que deja de transmitir la sensación pesada y robusta que intimidaba a nivel audiovisual, y que precisamente transmitía ese característico realismo para hazaña de Peter Weller. Volviendo al hecho de que hayan querido confirmarlo como superhéroe y alejarlo de todo rastro de personaje oscuro y violento, está la clasificación de la edad para la película, y es que la puesta en escena de Robocop no es que no sea agresiva, es que es ridícula. No creo que sea necesaria la intervención de robótica futurista en las calles para que el instrumento de amenaza sea un teaser eléctrico; siendo alegado además por el mismo agente, que de proceder a su uso, la supuesta víctima puede perder total control de su cuerpo y sistema digestivo.


Aún así, a pesar de mostrar un lado más accesible para todos los públicos y menos suburbial, curiosamente hay escenas donde aparece Murphy con los órganos internos expuestos, paso intermedio de nuevo entre lo ridículo y lo espectacular. Otros fragmentos de la película son directamente un sin sentido, tal y como la confrontación con la organización criminal culpable de su asesinato: usan gafas de visión nocturna en la oscuridad, dando por hecho que él no tiene visión térmica, a pesar que puede detectar automáticamente un criminal a distancia contrastando su fisonomía de la cara con grabaciones de la base de datos. Un desperdicio en cualquier caso la escena en sí, al tratarse de la resolución de su propio caso y de la venganza sobre su ejecutor.


En la obra original del magnífico director Paul Verhoeven, Alex es acribillado, mutilado y deteriorado salvajemente sin remedio en un tiroteo, ingresando muerto en las dependencias donde es tratado. En esta reinvención del personaje, es víctima de una explosión, pero a pesar de quedar disminuido e invalidado para el resto de sus días, es claramente un error de producción con reminiscencias al pasado que se le declare como fallecido en la película. También es inentendible que a pesar de aparentemente resultar más ileso que en la original, hayan conservado menos cuerpo humano para el exoesqueleto, a pesar que la apariencia del traje incite a una sensación contraria por su confección y mano desnuda. En la película de 1987, a pesar que su sistema digestivo fuera extremadamente básico y a diferencia de esta, estómago tenía, y aunque finalmente no lo conservaran, también le salvaron el brazo.


En principio el hecho de que conserve exclusiva y únicamente la mano, es debido a un vacío legal por el cual no se permite que un dispositivo mecánico con inteligencia artificial abra fuego, aunque sea una articulación controlada por conciencia humana. Supone otro gran error esta conjetura, dado que el senador Hubert Dreyfuss no permite la acción de robots en las calles, pero una vez dicha ley es derogada por la presencia de Robocop, se convierte en un sin sentido este planteamiento. Al tratarse de un humano dentro de una máquina, y haber resultado altamente eficiente tanto en el cumplimiento de la ley como en la aceptación de los ciudadanos, los ED 209 son desplegados y la mano ya no supone un elemento necesario; sin embargo, no es sustraída a pesar de significar un punto débil.


En cuanto a la acción hay una escena que particularmente me ha gustado, en la que para enfrentarse a varios ED 209 lanza su moto y la estrella contra uno de ellos, para después de la sorpresa táctica pasar a meterse entre sus patas para que el resto no tenga un tiro claro y se dañen entre ellos. La idea se ejecuta bien y es efectiva hasta que se pasa a un formato de primera persona digno de videojuego, y luego se denota que lo que se promocionaba como un sistema antitanque diseñado para pacificación urbana, a la práctica es dañado de gravedad por apenas unos escasos disparos. El nuevo modelo no inspira el temor y miedo que el original, que en la primera toma de contacto con Robocop ya lo había dañado irremediablemente para el resto de la película, obligándolo a huir del mortal y superior armamento. Aún así, es la adaptación menos desacertada de la película, a pesar que al inicio de ella salgan hablando en árabe en Teherán; aunque sea realista, se debería prestar especial atención a qué aspectos no son esenciales para mostrar en la película.


La predisposición para actualizar la historia de forma realista podría haber servido para solventar algunos puntos que suponían una debilidad en la ficción de la primera: teniendo en cuenta que como novedad, la movilidad del casco de Robocop le descubre la cara con facilidad, habría sido conveniente que para las situaciones de amenaza le cubriera por completo, incluyendo la boca. De hecho hay una escena donde se protege con el brazo, detalle importante a tener en cuenta que pasa inadvertido, a pesar que no sea algo innovador. Aunque sea reiterarse, las referencias son continuas aunque algunas de ellas imperceptibles, pero se desarrollan de forma atropellada, incluso dando la sensación que la trama transcurre lenta en ese aspecto hasta el último tramo de película.


La banda sonora brilla por su ausencia, situación preferible teniendo en cuenta que cuando toma protagonismo tanto en los créditos finales como puntualmente en la acción, está constituida básicamente por temas musicales dignos de parodia. La sombra de la trilogía se alarga por última vez, acechando sobre la película con el tema original de Basil Poledouris, difícil de olvidar por la importancia que ejercía y porque precisamente suena en este remake, aunque sea de forma totalmente forzada. Incluso el magnífico Leonard Rosenman con la banda sonora de la segunda parte, consiguió lograr una marca propia digna de la franquicia, siguiendo la estela de Poledouris.


El crimen tiene un nuevo enemigo, la película también.